domingo, 23 de junio de 2013

¿Viva la U? / Miguel Velarde

La semana pasada estuvo marcada por el conflicto universitario. Comenzó con el anuncio de 13 universidades de ir a paro indefinido, entre las que se encuentran las autónomas más importantes a nivel nacional además de algunas otras experimentales.  Este problema cobra una especial relevancia porque no es solamente el sector estudiantil el que se moviliza, sino también el de los profesores.
Uno de los principales aspectos que se debe comprender de esta demanda es que no se trata solamente de un mejor salario, sino de mayor presupuesto. Lo que está en juego es el funcionamiento de las universidades. Como nos dijo el rector de una de las universidades más importantes en el país, con el que conversábamos hace pocos días, “ésta no es una lucha por la mensualidad, es una lucha por el jabón y papel higiénico de los baños”. Ni qué decir de los elementos necesarios para el funcionamiento de los laboratorios y la investigación en estas instituciones.
El problema universitario no es nuevo, pero en los últimos años se ha agudizado. No necesariamente porque las variables de la crisis de hoy sean más graves de lo que lo fueron en algún otro momento –el sector universitario ya pasó anteriormente por etapas muy complicadas-, sino porque cada vez es más evidente que el problema no es coyuntural, sino estructural.
Mucho tiempo tuvo que pasar para que quede claro que el modelo, tal y como está planteado, no es viable y que, para que una universidad sea realmente autónoma, debe poder obtener sus propios recursos y cubrir su presupuesto. El origen del problema no son las aspiraciones de un determinado sector, sino la posibilidad o no de la Universidad de existir como debe hacerlo: con autonomía, libertad y capacidad de ejercer el pensamiento crítico.
Es justamente por esto último que la actitud del gobierno ante esta situación no es casual, todo lo contrario. Para que el modelo que ellos proponen funcione, es indispensable que los espacios de libertad de expresión y de pensamiento crítico no existan, porque es allí donde ven más amenazado su proyecto.
Las universidades en Venezuela –especialmente las que cumplen con los requisitos históricos y globales como para llevar ese título- han dado una lucha heroica estos últimos años, no solamente defendiendo sus derechos como casas de estudio, sino también los derechos básicos de la democracia y la república.
Es por eso que duele ver como el “¡Viva la U!” ha pasado de ser una proclama a ser una plegaria. Ese sector no ha dejado sola a Venezuela en sus luchas democráticas, por eso no sería justo que los diferentes sectores del país, incluida la sociedad civil, dejen solo al sector universitario en su lucha por su subsistencia.

La democracia, el desarrollo y el progreso no son posibles sin universidades libres e independientes, donde el objetivo más importante sea dar las herramientas a quienes pasan por ellas para que formen su propio criterio, para que cada quien piense como quiera. (Guayoyoenletras.net)

No hay comentarios:

Publicar un comentario